La ciudad dispone de innumerables posibilidades educadoras. La vivencia en la ciudad constituye un espacio cultural de aprendizaje permanente: “es un modo espontáneo, como decía, que tienen las ciudades para educar” (Freire).
viernes, 30 de noviembre de 2012
lunes, 15 de octubre de 2012
Máximas de Paulo Freire
1.
Es necesario desarrollar una pedagogía de la
pregunta. Siempre estamos escuchando una pedagogía de la respuesta. Los
profesores contestan a preguntas que los alumnos no han hecho
2.
Mi visión de la alfabetización va más allá del ba,
be, bi, bo, bu. Porque implica una comprensión crítica de la realidad social,
política y económica en la que está el alfabetizado
3.
Enseñar exige respeto a los saberes de los
educandos
4.
Enseñar exige la corporización de las palabras por
el ejemplo
5.
Enseñar exige respeto a la autonomía del ser del
educando
6.
Enseñar exige seguridad, capacidad profesional y
generosidad
7.
Enseñar exige saber escuchar
8.
Nadie es, si se prohíbe que otros sean
9.
La Pedagogía del oprimido, deja de ser del oprimido
y pasa a ser la pedagogía de los hombres en proceso de permanente liberación
10. No hay palabra verdadera que no sea unión inquebrantable entre acción y
reflexión
11. Decir la palabra verdadera es transformar al mundo
12. Decir que los hombres son personas y como personas son libres y no hacer
nada para lograr concretamente que esta afirmación sea objetiva, es una farsa
13. El hombre es hombre, y el mundo es mundo. En la medida en que ambos se
encuentran en una relación permanente, el hombre transformando al mundo sufre
los efectos de su propia transformación
14. El estudio no se mide por el número de páginas leídas en una noche, ni
por la cantidad de libros leídos en un semestre. Estudiar no es un acto de
consumir ideas, sino de crearlas y recrearlas.
15. Solo educadores autoritarios niegan la solidaridad entre el acto de educar y el acto de ser
15. Solo educadores autoritarios niegan la solidaridad entre el acto de educar y el acto de ser
lunes, 8 de octubre de 2012
Críticos, creativos, cuidantes
Se ha dicho acertadamente que educar no es llenar
una vasija vacía sino encender una luz. En otras palabras, educar es enseñar a
pensar y no sólo enseñar a tener conocimientos. Estos nacen del hábito de
pensar con profundidad. Hoy en día conocemos mucho pero pensamos poco lo que
conocemos. Aprender a pensar es decisivo para situarnos autonómamente en el
interior de la sociedad del conocimiento y de la información. En caso
contrario, seremos simples caudatarios de ella, condenados a repetir modelos y
fórmulas que se superan rápidamente. Para pensar, de verdad, necesitamos ser
críticos, creativos y cuidantes.
Somos críticos cuando situamos cada texto
o evento en su contexto biográfico, social e histórico. Todo conocimiento
envuelve también intereses que crean ideologías, que son formas de
justificación y también de encubrimiento. Ser crítico es quitar la máscara de
los intereses escondidos y sacar a la superficie conexiones ocultas. La buena
crítica también es siempre autocrítica. Sólo así se abre espacio para un
conocimiento que corresponde mejor a lo real siempre cambiante. Pensar
críticamente es dar buenas razones de aquello que queremos e implica también
situar al ser humano y al mundo en el cuadro general de las cosas y del
universo en evolución.
Somos creativos cuando vamos más allá de
las fórmulas convencionales e inventamos maneras sorprendentes de expresarnos a
nosotros mismos y de pronunciar el mundo; cuando establecemos conexiones
nuevas, introducimos diferencias sutiles, identificamos potencialidades de la
realidad y proponemos innovaciones y alternativas consistentes. Ser creativo es
dar alas a la imaginación, "la loca de la casa", que sueña con cosas
aún no ensayadas, pero sin olvidar la razón que nos pone los pies en la tierra
y nos garantiza el sentido de las mediaciones.
Somos cuidantes cuando prestamos atención
a los valores que están en juego, atentos a lo que realmente interesa y
preocupados con el impacto que nuestras ideas y acciones pueden causar en los
demás. Somos cuidantes cuando no nos contentamos solamente con clasificar y
analizar datos, sino cuando por detrás de ellos discernimos personas, destinos
y valores. Por eso, somos cuidantes cuando distinguimos lo que es urgente y lo
que no lo es, cuando establecemos prioridades y aceptamos procesos. En otras
palabras, ser cuidante es ser ético, persona que pone el bien común por encima
del bien particular, que se responsabiliza por la calidad de vida social y
ecológica y que da valor a la dimensión espiritual, importante para el sentido
de la vida y de la muerte.
La tradición ilustrada de educación ha enfatizado
mucho la dimensión crítica y la creativa y menos la cuidante. Ésta es urgente
hoy. Si no somos colectivamente cuidantes vaciaremos la crítica y la
creatividad y podemos echar todo a perder, o bien podemos vivir en sociedad con
justicia mínima y paz necesaria y condiciones de la biosfera sin las cuales no
hay vida. Albert Einstein despertó a la dimensión cuidante de todo saber cuando
Krishnamurti le interpeló: ¿En qué medida, Sr. Einstein, su teoría de la
relatividad ayuda a disminuir el sufrimiento humano? Einstein, perplejo, guardó
discreto silencio. Pero cambió. A partir de ahí se comprometió por la paz y
contra las armas nucleares. En todos los ámbitos de la vida, necesitamos personas
críticas, creativas y cuidantes. Es condición para una ciudadanía plena y para
una sociedad que se renueva siempre. Tarea de la educación hoy es crear tal
tipo de personas.
Leonardo Boff
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